
El Museo Nacional y centro de investigación de Altamira es un centro para la conservación, investigación y difusión de la cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria, España), nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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La protección de la Cueva de Altamira ha sido el principal condicionante en la ubicación, concepción y construcción del edificio que alberga la nueva sede del Museo de Altamira, inaugurada en 2001, proyectado por Juan Navarro Baldeweg.
Es un edificio minimalista, integrado en el paisaje como continuación de la esencia de la Cueva de Altamira, proyectado para albergar los espacios en los que se desarrollan las tareas de este museo: los espacios de exposición permanente, que incluyen la reproducción de la famosa sala de polícromos, laboratorios, aulas para actividades, auditorio, biblioteca, cafetería, tienda, etc
http://museodealtamira.mcu.es
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Junto a la cueva, el museo ofrece al visitante talleres de tecnologías prehistóricas y la exposición permanente «Los tiempos de Altamira», con objetos procedentes de dicho yacimiento, así como de los de El Morín, El Juyo y El Rascaño. También forma parte de esta exposición la denominada Neocueva, una réplica artificial de las cuevas originales, construida con objeto de preservar las mismas de los perjuicios derivados de una afluencia masiva de visitantes.
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El Museo de Altamira es un espacio para la investigación, conservación y difusión de la Prehistoria. Su oferta cultural está destinada a todos los públicos y diseñada para conocer, experimentar y disfrutar la vida de quienes pintaron y habitaron la Cueva de Altamira.
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El Museo de Altamira muestra cómo era el norte de la península hace 400.000 años
Una exposición muestra cómo eran los paisajes, la fauna y los primeros pobladores
Se ha realizado gracias a los descubrimientos arqueológicos de todo el siglo XX
Reúne más de 300 restos procedentes de diversos museos
http://www.rtve.es/noticias/20080729/museo-altamira-muestra-como-era-norte-peninsula-hace-400000-anos/124012.shtml
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El amplio número de personas que deseaba ver la cueva y el largo periodo de espera para acceder a ella (más de un año) hizo plantearse la necesidad de construir una réplica. Desde 2001, junto a la cueva se levanta el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg. Destaca en su interior la llamada Neocueva de Altamira, la reproducción más fiel que existe de la original y muy similar a como se conocía hace 15.000 años. En su interior se puede contemplar una reproducción de las famosas pinturas del Gran Techo de la cueva, llevada a cabo por Pedro Saura y Matilde Múzquiz, catedrático de fotografía y profesora titular de dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, respectivamente. En esta reproducción se utilizaron las mismas técnicas de dibujo, grabado y pintura que emplearon los pintores paleolíticos. La reproducción se llevó a tal extremo que durante el estudio de las originales se descubrieron nuevas pinturas y grabados.
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Gran sala de polícromos de Altamira, publicado por M. Sanz de Sautuola en 1880.
COLECCIONES
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Se custodian y muestran varias colecciones, procedentes de los hallazgos de la propia Cueva de Altamira y de otras próximas, tales como:4
- Cueva de Altamira(Santillana del Mar,Cantabria)
- Alrededores de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria)
- Yacimiento de Cuchía (Cuchía,Miengo, Cantabria)
- Cueva del Castillo(Puente Viesgo, Cantabria)
- Cueva del Morín(Villanueva de Villaescusa, Cantabria)
- Cueva del Rascaño(Mirones,Miera, Cantabria)
- Cueva de El Salitre(Ajanedo, Miera, Cantabria)
- Cueva de Chufín(Riclones, Cantabria)
- Cueva del Juyo(IgollodeCamargo, Cantabria)
- Cueva de La Pila(Cuchía, Miengo, Cantabria)
- Cueva de Las Estalactitas (Santillana del Mar, Cantabria)
- Colección Instituto
- Yacimientos inferopaleolíticos al aire libre
- http://es.wikipedia.org/wiki/Museo_Nacional_y_Centro_de_Investigaci%C3%B3n_de_Altamira
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Representación del panel de los bisontes publicada en 1906 por Cartailhac y Breuil.
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Referencias
- Lasheras, José Antonio; de las Heras, Carmen; Montes, Ramón; Rasines, Pedro; Fatás, Pilar (Enero-Febrero-Marzo 2002). «Dossier: “La Altamira del siglo XXI”» (PDF). Patrimonio Histórico de Castilla y León (Valladolid: Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León): pp. 22-34. ISSN 1578-5513. Consultado el 3 de julio de 2011.
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“La Altamira del siglo XXI”
El director y un equipo de expertos e investigadores del Museo y Centro de Investigación de Altamira describe el proceso de realización de la reproducción de esta cueva, considerada “la Capilla Sixtina del Arte Cuaternario”.
La reproducción de Altamira ha sido durante muchosaños una de las aspiraciones de Cantabria, ya que la ideade crear un facsímil de la Sala de Pinturas comenzó agestarse en los años veinte. En 1977, tras el cierre de la cuevaal público por motivos de conservación, se retomó aquellavieja idea como manera de satisfacer a los miles de visitantesque se acercaban hasta el sitio de Altamira con la ilusión, frustrada,de conocer la “Capilla Sixtina del Arte Cuaternario”.Para los medios de comunicación y el gran público la reproducciónera el único objetivo de cualquier acción que se pusieraen marcha.Se propusieron entonces varios proyectos de réplica, todosellos con una concepción técnica y espacial similar a laque se había puesto en marcha en Lascaux (Montignac, Francia),donde su facsímil se había convertido en un importantepolo de atracción de visitantes. En Altamira la instalación de laréplica en las inmediaciones del original hubiera constituidoun riesgo evidente y, además, dichos proyectos no abordabanla mejora de un museo dedicado al Paleolítico ni los problemasde infraestructuras e instalaciones necesarios para acogera los cientos de miles de visitantes que la réplica atraería, produciendoun enorme déficit de servicios.Ante la falta de viabilidad de las propuestas existentes seestimó que la solución tenía que ser totalmente diferente, decarácter global, abordando todos los aspectos pendientes ydotando a Altamira de las características de un museo moderno.Con estas premisas se elaboró un amplio programa museológicoen el que se incluía tanto la conservación del monumento y su entorno como la adecuada gestión y difusiónde la cueva de Altamira, programa museológico que fueaprobado por el Patronato de las Cuevas de Altamira en 1992.El desarrollo de este plan requería una serie de actuacionestan indispensables como costosas. No se trataba solo dela construcción del nuevo edificio, era necesario también adquirirlos terrenos donde este debía instalarse, reordenar eltráfico rodado mediante el desvío de viales, adquirir y demolerviviendas e instalaciones ganaderas que, situadas en la vecindadde la cueva de Altamira, suponían un grave riesgo parala misma y reformar los antiguos pabellones del museo comosalas para las exposiciones temporales. Diversas institucionesy la iniciativa privada aunaron esfuerzos para que este ambiciosoproyecto llegara a buen término. Para ello se constituyóel Consorcio para Altamira, en el que cual se integraron el Ministeriode Educación y Cultura, el Gobierno de Cantabria, elAyuntamiento de Santillana del Mar y la Fundación MarcelinoBotín, y se contó con la financiación parcial de los fondosotorgados por la Unión Europea (FEDER)
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NUEVO HALLAZGO. María González Pumariega señala el bisonte descubierto en 2005 ante el alcalde y el entonces director general de Patrimonio, Carlos Madera. / P. C. (Fuente: La Voz de Avilés)
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Un nuevo museo
La construcción del nuevo edificio para Museo fue encargada
por el Patronato de Altamira al arquitecto Juan Navarro Baldeweg.
Responde al programa espacial y funcional de un museo
que se desarrolla prácticamente en una planta única. La
arquitectura resulta estrictamente contemporánea y de formas
rotundas, prismáticas. Su construcción, semienterrada, así
como su escasa altura facilitan su integración en el paisaje.
En este edificio se integraron tanto las áreas de trabajo e
investigación como los despachos, biblioteca y laboratorios, así
como las áreas de servicios y exposición destinadas al público
general. La Neocueva –la reproducción facsímil de la cueva de
Altamira– y el resto de la exposición permanente se sitúan
en el mismo edificio del Museo, lo cual facilita enormemente
la consideración de la primera como parte de la exposición
permanente y la relación de contenidos entre ambas. Neocueva
y exposición se integran y forman parte de la misma
propuesta de comunicación en torno al Paleolítico.
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Reproducción de la «Gran cierva», bajo su cabeza un pequeño bisonte en negro.
Los criterios en base a los que debía recrearse la cueva de
Altamira quedaron claramente establecidos desde el Museo
de Altamira. Debía reproducir el vestíbulo y la “Sala de Pinturas”,
tal como eran hace 14.500 años, cuando la cueva fue habitada
y pintada por las gentes del Magdaleniense Inferior,
eliminando los añadidos artificiales y los derrumbamientos
prehistóricos. La reproducción debía ser minuciosa y exacta,
capaz de transmitir la belleza de su magnífico arte. Para ello se
ha necesitado investigar nuevos métodos de trabajo.Así, la topografía
de la cavidad se consiguió a través de tecnología láser
digital, desarrollándose con una precisión de hasta 40.000
puntos de medición por m2 en el “Gran Techo Pintado”. Así
mismo, todo el proceso de realización de la neocueva ha supuesto
un aporte tecnológico considerable como veremos a
continuación.
Nos introducimos en la réplica a través de un acceso lateral.
La neocueva mantiene la misma orientación septentrional
que el original, permitiendo la contemplación de un paisaje
similar. En las inmediaciones de la boca de la gruta, un bosquecillo
de abedules y avellanos recrea la vegetación de la
época. Sorprende la luminosidad y la amplitud de la boca y
del vestíbulo. Las bandas de cazadores – recolectores de esta
época vivían de la caza, la pesca, el marisqueo y la recolección
de vegetales. Organizaban la superficie para hacer más confortable
la cueva, encendiendo hogares para conseguir luz y
calor y realizar, en torno a ellos las labores cotidianas. Hombres
y mujeres, adultos y niños compartían, según sus capacidades,
los trabajos que permitían la supervivencia del grupo.
Una recreación virtual, inmersa en una escenografía paleolítica,
hace presentes a los antiguos habitantes de la cueva y nos
aproxima a la vida de hace miles de años.
Unos pasos más adelante, se reproduce una excavación
arqueológica en plena actividad, con una estratigrafía inspirada
en el modelo de Altamira. Es un recurso museográfico, elaborado
con materiales reales, que propicia visitar los trabajos de
campo de una excavación paleolítica. La excavación es un trabajo
minucioso que busca reconstruir la vida de nuestros antepasados
a través del estudio de los restos de sus actividades
que se han conservado. Una mirada atenta permite distinguir
hasta los más sutiles detalles del yacimiento y el instrumental
empleado por los arqueólogos.
Continuando por la pasarela llegamos a un rincón en el
que se encuentra una osera. Cuando en la cueva no vivían los
hombres, los osos de las cavernas las emplearon para hibernar.
Al llegar los fríos, buscaban refugio en las grutas, excavaban las
“oseras”, y pasaban hibernando la estación más dura del año.
Este animal de gran porte era mayor que el actual oso pardo;
podía alcanzar los cuatrocientos kilos. A pesar de su aspecto
fiero, consumía gran cantidad de vegetales.A veces, los adultos
o las crías, no conseguían superar el largo invierno y morían en
la cueva. Como testimonios de su presencia, además de sus
huesos, nos han dejado las huellas de su paso sobre la arcilla
blanda del suelo y vigorosos zarpazos en las paredes.Todos los
vestigios se perciben en esta osera y su entorno inmediato.
Más adelante, llegamos al “taller del pintor”, situado junto
a varias pantallas que proyectan continuamente la recreación
del proceso de creación de un bisonte “polícromo”.A su lado,
advertimos los útiles del pintor: lapiceros de carbón vegetal,
ocres, lamparillas, etc.
Por fin, alcanzamos el lugar más emblemático de la cueva,
el Gran Techo Pintado. Su descubrimiento demostró que el
talento y el genio creador eran posibles en culturas muy antiguas.
La neocueva permite apreciar la contigüidad entre el
área de hábitat y el reservado para el arte.
La altura original de la sala de pinturas superaba ligeramente
el metro. El suelo primitivo se excavó para que los visitantes
puedan apreciar los grabados y pinturas con más
comodidad. Podemos imaginar las dificultades que tuvo que
superar el pintor para realizar su obra. La escasa altura le obligaba
a trabajar agachado y adoptar incómodas posturas para
observar los animales en toda su extensión.
Las figuras “policromas” de Altamira son, en realidad, “bícromas”.
Los colores utilizados son el negro del carbón vegetal
y el rojo del ocre. Éstos se emplean con diversa intensidad
y se integran con el tono del techo, combinándose con el grabado,
lavado y raspado. Otras figuras del gran panel han sido
ejecutadas con métodos más sencillos, aplicando un solo color
o, únicamente, grabándolas. Los colores se han conseguido
a partir del carbón vegetal, arcillas y tierras naturales (óxidos
de hierro y manganeso), disueltos en agua.
Como sucede en el yacimiento arqueológico, en el Gran
Techo, aparecen manifestaciones artísticas de diversos momentos
del Paleolítico Superior. La observación atenta del techo
permite distinguir varias superposiciones que denotan
que su decoración se llevó a cabo en diversas etapas y, además,
permite estudiar la sucesión de estilos, técnicas y temas.
Pero pasemos a observar, con más detalle, el Gran Techo,
sintiendo la emoción de redescubrir las obras del pasado. Podemos
distinguir en él dos zonas, separadas por una grieta
que cruza longitudinalmente la Sala, la izquierda, más elevada
y situada al Norte, y la derecha, ubicada al Sur, donde la altura
es menor. En la primera, se localizan la mayoría de los “polícromos”,
pintados en el período denominado Magdaleniense
Inferior y, en la segunda, otras representaciones, generalmente
más antiguas, como manos en negativo y positivo, caballos en
rojo con trazo baboso y tintas planas, signos, etc., atribuidos al
Solutrense Superior. Por todo el techo, confundiéndose, a veces,
con las pinturas, se distribuyen numerosos grabados de
animales y trazos no figurativos.
El conjunto de los “policromos” de la porción izquierda
está formado por dos ciervas, dos caballos y más de una veintena
de bisontes en diferentes posturas y actitudes. A éstos
podríamos añadir otros tres en la zona derecha, relacionados
con los anteriores por su estilo. El tamaño de la mayoría de
estos animales ronda los dos metros desde el morro al comienzo
de la cola. Los demás son algo más pequeños.
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En el sector derecho, la mayoría de las figuras muestran
un estilo diferente al de los “policromos”. Su aspecto es más
arcaico, empleándose frecuentemente el color rojo. El animal
más representado es el caballo.Advertimos, pues, la presencia
de dinámicos caballos, en rojo, cuya ejecución se remontaría
al período Solutrense Superior, figuras de cabras,
ciervos, etc.
Pero el arte de Altamira no se reduce a la “Sala de Pinturas”,
por doquier, en las restantes galerías de la gruta se descubren
magníficas muestras de arte rupestre. La neocueva
concluye con una suave transición hacia el resto del museo.
Un trampantojo, con una gran fotografía del interior de Altamira,
conduce hacia un pasillo con facsímiles, dispuestos a uno
y otro lado de las paredes, recogiendo grabados y pinturas de
la última galería de Altamira: la “Cola de Caballo”.
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Antes de Altamira
Comprender Altamira pasa, necesariamente, por conocer cómo
era el mundo durante el período Pleistoceno, fase con la
que se inicia la Era Cuaternaria y en la cual evolucionaron el
hombre y las diferentes culturas desarrolladas por el mismo.
Los cambios en el clima, la fauna y la flora, los distintos
homínidos que aparecieron, evolucionaron y se extinguieron
durante el Pleistoceno, y el progreso tecnológico humano,
ejemplificado con el desarrollo de las industrias sobre piedra,
son las tres líneas a través de las que se muestra el desarrollo
previo a la época de Altamira, líneas que culminan precisamente
con la presentación del ecosistema de Altamira hace
15.000 años, el hombre moderno (protagonista de esa época)
y la tecnología sobre piedra y hueso que el mismo dejó en
los estratos arqueológicos de la cavidad.
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La UNESCO cataloga como Patrimonio de la Humanidad al arte rupestre cantábrico. (07-07-2008)
Dentro de la ampliación de la declaración de la Cueva de Altamira de 1985, la UNESCO inscribió como Patrimonio de la Humanidad las cuevas de arte rupestre paleolítico de Cantabria, Asturias y País Vasco. La decisión la tomó en el marco de la XXXI reunión anual que se celebra del 2 al 10 de julio de 2008 en la ciudad canadiense de Québec.
En concreto, la UNESCO decidió catalogar como Patrimonio de la Humanidad 17 cavidades:
En Cantabria, (9): Chufín, Hornos de la Peña, Monte Castillo (Las Monedas, El castillo, Las Chimeneas y La Pasiega), el Pendo, La Garma y Covalanas.
En Asturias (5): Tito Bustillo, La Peña de Candamo, La Covaciella, Llanín y el Pindal.
En el Pais Vasco, (3): Santimamiñe (Kortezubi), Ekain (Zestoa), Altxerri (Aia).
La UNESCO considera que las 17 cuevas admitidas reúnen condiciones de excelencia equiparables a la Cueva de Altamira, la obra maestra del arte universal de todos los tiempos, que constituye un testimonio excepcional, pero no único, de una civilización desaparecida y sólo puede ser entendida dentro de un fenómeno cultural que explica su origen y en el que se encuentra su verdadera significación: el arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica.
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La vida en tiempos de Altamira
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Altamira fue ocupada durante el Paleolítico Superior, más
concretamente durante los períodos Solutrense superior (entre
18.500 y 16.500 años antes del presente) y Magdaleniense
inferior (16.500 y 14.000 años). Es la época de máximo
esplendor de la cultura y el arte de los pueblos del Paleolítico,
con una refinada y efectiva industria sobre piedra y soportes
óseos (puntas de caza, cuchillos, raspadores, buriles, etc.), y un
desarrollo impresionante de las manifestaciones artísticas que
alcanza, incluso, a los objetos de uso cotidiano.
Durante esa época, caracterizada por un clima –en general–
fresco y húmedo, la caza del ciervo, la pesca fluvial de salmones
y truchas y la recolección en el bosque mixto (frutos
del bosque, tubérculos, setas y champiñones, hierbas y arbustos
aromáticos y/o medicinales, etc.) y en la costa (marisqueo),
fue la base de la economía de los grupos humanos que
se movían por el territorio. En este sector se desarrollan aspectos
relacionados con la vida cotidiana, la salud y enfermedad,
los llamados “paleolíticos del siglo XXI”, la presencia en el
territorio y muerte y ritual.
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El primer arte
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Una de las expresiones culturales innatas al hombre moderno
es su capacidad de transmitir sus comportamientos simbólicos
por medio de la expresión artística. El Arte de la Prehistoria
es un fenómeno presente en todo el mundo, que se
desarrolla de manera paralela a la colonización del planeta
por parte de los grupos humanos.
Consta de dos grandes tipos de manifestaciones, el Arte
Mueble (ejecutado sobre objetos como huesos, astas y piedras)
y el Arte Rupestre (realizado sobre las paredes de cavidades
y afloramientos rocosos). En este sector se presentan
algunas de las manifestaciones más sobresalientes recuperadas
recuperadas
en yacimientos cantábricos y de otras zonas de la Península
Ibérica. Se tratan específicamente temas relacionados con
la distribución del Arte Paleolítico, el arte rupestre, el arte
mueble, la música y se proyecta un audiovisual sobre el Arte
Paleolítico. Este audiovisual, con el cual finaliza el recorrido por
este sector, constituye, sin duda alguna, una de las ofertas más
impactantes de la exposición permanente. Concebido como
una lluvia de ideas y sugerentes imágenes, acerca al espectador
al Arte Paleolítico en todas sus vertientes y, especialmente,
a su significado temporal e intemporal.
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Asociación de animales en el gran panel de la Cueva de Altamira según elparadigma de Leroi-Gourhan:
El animal central es el bisonte (la mujer), con algunos caballos complementarios (el hombre); siendo acompañados de animales periféricos, en este caso jabalíes y ciervos.
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El fin de una época
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Hace 10.000 años, aproximadamente, finaliza el Pleistoceno, y
con él, la última glaciación que ha registrado la Tierra hasta la
actualidad. Este hecho supuso cambios climáticos, ecológicos
y medioambientales de enorme trascendencia que afectaron
a las comunidades humanas. Éstas respondieron a las nuevas
condiciones modificando, no sólo los comportamiento económicos,
sino también los culturales. Es el final del Paleolítico.
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